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Las virtudes de la incertidumbre
MONTHLY INVESTMENT BRIEF
FEBRERO 2022
Laurent Denize,
GLOBAL CIO
Al final, el repentino cambio de actitud de los bancos centrales de los países desarrollados requiere un ligero ajuste de las posiciones y un posicionamiento algo más prudente
La onda expansiva causada por los últimos datos de inflación en la zona euro ha obligado al BCE a revisar su política monetaria y, sobre todo, la progresión de sus compras de activos. Dejemos que los economistas elaboren los nuevos escenarios de subida de tipos y centrémonos en saber por qué activos hay que apostar en este nuevo contexto.
¿De qué inflación hablamos?
Hasta ahora, la ola inflacionista se ha propagado en Europa debido principalmente a las materias primas y las cadenas de suministro, pero no se ha visto impulsada a nivel interno por los efectos retardados, pues la brecha de producción continúa siendo negativa.
Por tanto, de momento, hay que favorecer las empresas que se sitúan en la parte superior de la cadena de suministro, ya que en teoría cuentan con mayor capacidad para subir los precios. Por consiguiente, cabe apostar por el B2B (business to business) y el B2G (business to government) en detrimento del B2C (business to consumer).
Como se indica en nuestra estrategia de inversión, preferimos los sectores industriales, porque se sitúan en su mayoría en la parte alta de la cadena de suministro. Estos sectores se van a beneficiar del aumento del gasto de inversión relacionado con los planes de recuperación de los gobiernos. Hace falta entender bien que estas empresas están dispuestas a aumentar su gasto de inversión, porque ven aumentar su rentabilidad financiera. Por tanto, se está produciendo una espiral positiva impulsada por el apalancamiento operativo de estas empresas denominadas «cíclicas».
En el extremo opuesto, las empresas B2C serán a las que más les costará repercutir los incrementos de precios de los factores de producción. Si se produjeran subidas salariales importantes, el impacto en los márgenes, ya de por sí bajo presión, se notará aún más.
¿Y qué sucede con el sector bancario?
Pese a seguir siendo uno de nuestros sectores favoritos y principal beneficiario de la subida de los tipos, cabe hacer matices, ya que las condiciones financieras están empeorando con el aumento de los diferenciales de crédito y la caída de las acciones. Pero el indicador que debería hacer saltar las alarmas a corto plazo es el diferencial entre Italia y Alemana a diez años. Se ha ampliado considerablemente en las últimas semanas y muestra perfectamente el nerviosismo de los inversores ante el deseo del BCE de poner fin a sus programas de compra antes de lo esperado. Por tanto, se recomienda una cierta prudencia a corto plazo. Al menos, no se trata de añadir riesgo al sector ahora mismo.
Renta fija
Insistimos una vez más en el mensaje que venimos repitiendo desde hace seis meses minimicen todo lo posible sus posiciones en deuda pública. Apuesten por bonos de calidad con vencimientos cortos. Por lo que respecta a los bonos high yield revisamos tácticamente nuestra posición de « sobreponderación » a «neutral», ya que muchos inversores en investment grade han tomado mucha exposición al high yield en búsqueda de rentabilidad. Este efecto de exclusión, que había permitido a las carteras ofrecer una rentabilidad adicional, está resultando contraproducente, ya que los diferenciales se están ampliando.
Por tanto, antes de reposicionarse, hay que dejar que pase esta ola de ventas y cambios de manos También en este caso es preciso tener paciencia, aunque el ciclo siga siendo estructuralmente favorable para los bonos high yield. El crecimiento se está ralentizando, pero continúa muy por encima de su potencial, aunque esto no nos preocupa a medio plazo.
Asignación de activos
Al final, el repentino cambio de actitud de los bancos centrales de los países desarrollados requiere un ligero ajuste de las posiciones y un posicionamiento algo más prudente (neutral o ligeramente infraponderado. Sin embargo, hay que asegurarse de identificar correctamente los riesgos en las carteras. En primer lugar, los bonos que se supone que han de proteger la cartera (deuda pública o bonos con calificación AA y AAA a medio y largo plazo) son con seguridad los que harán más daño, debido a lo repentino e inesperado del movimiento.
En cuanto a la renta variable, habrá que estar atentos a la evolución de los tipos reales, que han subido considerablemente desde sus mínimos registrados en octubre de 2021 sobre todo en EE UU. Una tendencia que, de continuar, no depararía nada bueno para los valores tecnológicos.
La asimetría entre la probabilidad de un repunte limitado y una corrección más marcada no nos anima a asumir el riesgo en estos momentos. No obstante, el crecimiento sigue fuerte, aunque se esté ralentizando, lo que indica que pueden mantenerse en las carteras las acciones más cíclicas y con mayor descuento si se está dispuesto a asumir algo más de volatilidad, una idea a la que habrá que acostumbrarse. En resumidas cuentas, la incertidumbre ha vuelto, lo que tampoco es tan mala noticia..